miércoles, 15 de febrero de 2012

Va a llover.

Simular es un arte maldito; te condena a vivir cada día pasando una nueva capa de pintura rosa a tu choza hecha de bosta de vaca, que es un material muy sólido y efectivo, pero como las relaciones malas, sigue siendo una bosta. Y uno, aferrándose al pasto verde que alguna vez, hace mucho tiempo y digestión de por medio, fue esa bosta, trata de seguir haciendo un hogar entre esas paredes hediondas.
En esa lucha, y solo en esa lucha, nos parece lo correcto disfrazar la verdad con excusas que repetimos como mantras:
"Cuando cambie de trabajo va a estar más tranquilo", "cuando se solucionen los problemas de su mamá va a estar de mejor humor", "cuando me crezca un pene en la frente se va a reír más".
Si, seguro que se va a reír más, pero a costa tuya. Nosotros vamos a seguir siendo los infelices complacientes que ponen la otra mejilla y el culo para que lo pateen.
Por eso es mejor vivir en la intemperie que en una casa rosa chicle donde no podemos respirar; el bosque tiene todo para ofrecer, es hora de permitirse recibir y dejar de hacer tanta fuerza para que nos crezca el falo en la frente.
Si no salió rosa, no sirve pintarlo, por que va a llover, y cada vez que llueva el color se va a escurrir, y pintar bajo la lluvia es algo que nadie tiene que hacer: es una tarea altamente frustrante, y eso trae tantos recuerdos desagradables a mi cabeza. Pero que llueva, que llueva, que mi choza es de madera.





Hay mucho para contar. Siga en sintonía.

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