martes, 26 de marzo de 2013

Mierda pedagógica.


Sensibilizada por el momento del mes, la cercanía de mi natalicio número veinticinco o simplemente por usar acondicionador en exceso, mi mente se vio atacada por una paz interior seguida por pensamientos de gratitud ante las cosas buenas que me dejaron mis sucesivas andanzas con humanos entera o parcialmente hechos de materia fecal.
No creo que una experiencia pueda ser completamente mala. Incluso si tenemos esa sensación, al menos podemos decir que aprendimos que no queremos volver a pasar por esa alcantarilla. Mierda, pero al menos es mierda pedagógica.