Hasta hace unos años había, cerca de mi casa, un señor cuya fama lo llevó a ser un ícono del barrio. El señor hizo su fama en una esquina, siempre la misma esquina, quizás uno o dos perritos de compañía en sus aventuras; dichas aventuras se reducen a una palabra: mendigar.
Usted piensa, "mendigos hay en todas partes ¿Qué tenía de especial este tipo para que me hagas perder el tiempo mientras me como un postrecito light de chocolate?" (bueno, eso es lo que estoy haciendo yo, no me culpen por proyectar). Lo particular de este tipo, lo que lo hacía famoso entre la multitud, era lo que pedía.
Desde cigarrillos, caramelos y hasta una vez, mi mamá pasó caminando por su vereda con un ramo de jazmines y adivinen qué le pidió. Si, un jazmín. ¿Para qué querría un jazmín? ¿Por qué nunca pedía plata?
¿Y a qué viene este recuento de información al azar? A que todos pasaban por ahí, la mayoría sin dejarle nada, y nadie supo reconocerse en la actitud del hombre. Miramos una película con alguna rubia pechugona con cutis perfecto, o escuchamos una canción majestuosamente interpretada y pensamos que nos leen el alma, que somos comprendidos en nuestro desamor; pero nadie mira dos veces al tipo de los jazmines.
El que nunca haya estado en una relación donde aceptaba cualquier cosa que nos tiren, que levante la mano (o deje un comentario diciendo "levanto la mano", en este caso, no los voy a poder ver sino). No estoy orgullosa, pero no me da vergüenza tampoco, yo acepté cigarrillos, caramelos, jazmines siendo las cosas menos nocivas; me senté a esperar a que pasara alguien que me tire un hueso, pero nunca algo que realmente me ayudara (¿Dinero? Ja. Quisiera decir amor, pero el tipo de los jazmines nunca me pidió amor).
Ahora el tipo de los jazmines no está más, no sé qué le pasó o qué será de su vida, pero realmente espero que haya encontrado lo que necesitaba. Me gusta pensar que dejó de esperar eso en la esquina y salió a vivir, se lo encontró sin buscar y ahora es felíz con lo que encontró, sus perros y el jazmín que mi madre le dio.
Mendigo historias, las cambio por jazmines.
La oferta de los jazmines me tienta la verdad, el problema que tendrías es que no están en estación.
ResponderBorrarTal vez debería hacer una reflexión seria aquí sobre lo leído, pero me dejaré llevar por mi otro costado:
Se sabe en todo el barrio, el señor vendió tus jazmines, se hizo millonario y ahora nada en una piscina en la cual flotan jazmines. Cada tanto recuerda a tu madre como la señora que le cambió la vida.
Sería genial eso, me encantaría que fuera así.
BorrarQuizás ahora tenga una plantación de jazmines genéticamente alterados y le pueda pedir algunos.
Quizás esos jazmines alterados sean como los de Plants Vs. Zombies. Sería muy interesante.