A mi se me ocurre otra pregunta: ¿Por qué tengo que estar mentalmente sana y no esquivar la realidad como toda esa gente felíz que vive en neuropsiquiátricos? ¿Por qué no puedo encerrarme en mi mente, y crear un mundo hecho de algodón de azúcar y arcoiris? Estar cuerda apesta.
Una de las historias que más resonaron en mi cabeza de cuando cursé psicología en el secundario es sobre una de las tantas "habitantes" del neuropsiquiátrico donde mi profesora hizo rondas. La adolescente en cuestión había tenido una infancia complicada, con padres cuyas peleas frecuentes se ponían cada vez peores, al punto en que, en un acceso de ira al estilo Susana Giménez, la mujer empieza a arrojar objetos a su marido. Uno de esos objetos voló por una ventana abierta. Ese objeto era su hija, que hoy día se arranca pedazos propios para degustar. Ya no tiene naríz ni párpados.
Está bien, no quiero ir al neuropsiquiátrico (ni estar en una relación así de enferma). Quizás solo me coma dos kilos de helado y mire toda la programación de Discovery Home & Health, critique a los que se viten mal y a las madres que parecen Jabba the Hutt, que exhiben asquerosa y perturbadoramente a sus hijas en concursos de belleza.
Quizás cuando me duerma sueñe cosas menos feas, quizás le eche un rezo a Asimov para que me mande sueños lindos, sueños de robot.
¿Vieron? Está lloviendo en Buenos Aires. Deje su mensaje.
Se re complementan lluvia + helado + home and healt.
ResponderBorrarNo te preocupes que en cuanto vea que te falten cachitos de nariz voy a avisarte negra, o dejar de ser tu amiga porque te ves mal; no sé, lo voy a meditar mientras como el chocolate al que la kiosquera llama "vuelto" y miro la lluvia. Te conmino a hacer algo similar.
Negra y sin naríz, lo menos, entendería que no me hables más.
BorrarAhora quiero gummy bears y ron.