jueves, 22 de mayo de 2014

De espejos y celulitis


El tiempo es sabio. Mi mamá ha sostenido ese pedazo de conocimiento desde que tengo memoria, y nunca le quise creer. Claro, ningún adolescente va a creerle a sus padres que ellos saben más, ya que esa edad está caracterizada por los sentimientos  de inmortalidad, invencibilidad e impermeabilidad ante la fertilización (y qué mal que nos salen todas). Pero a medida que uno se va poniendo grande y va ganando experiencia, empieza a aceptar de a poco esas perlitas contra las que tanto luchábamos en la juventud.
Viendo para atrás, ahora que las canas no me dejan mentir (pero la tintura me hace la gamba) me doy cuenta de que llevé toda la vida la misma filosofía con respecto al amor, sin siquiera plantearme el porqué de mis creencias. Es casi imposible que uno se de cuenta de su propia patología, pero muy fácil ver y juzgar la de los demás. Por ejemplo, he visto gente seguir filosofías del amor egoístas, inconvenientes para sí mismos e incluso destructivas. Síganme por aquí por favor para ver unos cuantos ejemplos.