miércoles, 13 de febrero de 2013

No es fácil ser un sorete.



Pongamos un poco de perspectiva. En vez de poner el cuello al aire para que nos rebanen la cabeza, vamos a mirar con los ojos del verdugo, por que de alguna manera dicho personaje subió jerarquías hasta llegar a ese puesto (si, cortando cabezas). Por que hay que admitir que no es fácil ser un sorete.
Mientras lloramos sobre nuestro kilo de helado, hay un sorete incomprendido ahí afuera sintiendo sus orejas entrar en combustión. Nosotros los despechados repartimos un "qué sorete" por aquí, un "no entiendo por qué hizo esto" por allá, "probablemente se está riendo de mi dolor" más a la izquierda y "ojalá que lo penetre un caballo con sobredosis de viagra" por dónde quede espacio.