martes, 17 de abril de 2012

Orgullo y prejuicio patológico.

Como se explicó en el último post, no se debe entrar en relaciones cuando las heridas anteriores no se cerraron... en teoría, así como nunca esperamos una hora después de comer para tirarnos a la pileta. Hay veces que las relaciones entran sin permiso y cuando nos damos cuenta, la tenemos durmiendo en nuestro sillón, comiéndose nuestra comida.
Uno de los tantos problemas que pueden surgir a raíz de esto es darse cuenta de que nuestro co-piloto tiene heridas de las que no quiere despegarse. Entonces, como la naturaleza le demanda a una novia patológica, comienzan las comparaciones.

Pensamos "¿Qué tiene esta que no tenga yo? ¿Qué hace que yo no pueda hacer mejor? Debe ser una mujer bellísima, el tipo de mujer por la cual cayeron civilizaciones enteras; que entra a una habitación y todos se quedan sin voz, extasiados; debe estar dotada de un cerebro por el que los zombies lucharán a muerte definitiva entre ellos; debe ser más divertida que visitar Disney consumiendo LSD". Nunca nos preguntamos "¿Por qué estoy perdiendo tiempo valioso con este nabo traumado?"
Si tomamos el camino de la madurez, tratamos de olvidarnos del asunto, y soltamos al masoquista empedernido en el campo, para que corra libremente con otros masoquistas. Pero claro, eso es más complicado y menos divertido, así que en el 90% de los casos vamos a dejarnos vencer por la curiosidad patológica e investigar a esta supuesta diosa del Olimpo, a ver por qué tanto escándalo.
Para dicho momento nos armamos con una bolsa de snacks y alguna bebida fuerte, por si se nos queda en la garganta su evidente superioridad. Pero no hay suficiente alcohol o papas en el mundo para destapar la traquea si nos encontramos con lo que sería el peor escenario: una mujer común y silvestre. Nada de belleza exótica, aunque no es fea. No parece ser brillante ni exuda carisma. Básicamente si la cruzamos en la calle, no la miramos dos veces. Y las preguntas y comparaciones se vuelven cada vez más crueles: "¡¿POR ESO ANDÁS RESOPLANDO POR LOS RINCONES?! ¡¡ES UN EXTRA, YO SOY EL PERSONAJE PRINCIPAL!!"
Hasta que finalmente, cerrado el capítulo después de mucha queja, enojo, lágrimas alcoholizadas y papas fritas, somos capaces de admitir que el amor es ciego. Y bastante mediocre ¡JA!






Si, yo soy más linda, no voy a estar a la sombra de nadie y ustedes tampoco. Se los prohíbo. Me van a hacer caso. Y van a comentar o mandar su historia como de costumbre.



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