viernes, 13 de abril de 2012

De clavos, clavos y clavos.

Existe una técnica milenaria, traída desde el mismísimo centro del ser humano, de nuestra raíz, que resulta infalible a la hora de olvidarse de un ex, cuyo nombre se traduce al castellano como "sacar un clavo con otro clavo".
Lo venimos haciendo desde tiempos inmemoriales, innumerables veces utilizado como doloroso recurso a pesar de ser conscientes del alto riesgo que conlleva la práctica de esta técnica. Aún así lo hacemos para sacarnos el estigma del abandono que sentimos, y nos arriesgamos a que salga todo mal por no haber cerrado la herida anterior, sumando una nueva que se cruza con la vieja, reabriendo lo poco de piel que había cicatrizado.
Existen las excepciones, por supuesto, no se puede negar. Si les sale todo bien, los felicito son la gran excepción y les deseo una vida llena de esta buena suerte, siempre que la compartan. Volviendo a la realidad: esta técnica tiene un 99% de posibilidades de volverse en nuestra contra. Si, nos olvidamos del ex, pero estamos adquiriendo un clavo nuevo con la punta recién afilada.
El no haber cerrado la herida anterior antes de empezar a escarbar una nueva implica depositar todos los sentimientos por el clavo oxidado en un clavo nuevo, que quizás no se lo merece (pero no lo descarto). De ahí, el inconsciente nos empieza a traicionar de maneras, cada vez más difíciles de disimular: confusión de nombres, de apodos demasiado íntimos, escenas de reproches sin fundamentos, demostración de afecto exagerado, conducta sexual perturbadora... La lista es interminable, por que no hay límite para los errores que se pueden cometer con una herida abierta.
Hay clavos que te dejan incrustado al piso, con un agujero en el pecho, y lo único que lograría otro clavo sería tomar el lugar del anterior con el mismo efecto destructivo ¿Para qué quedarnos en el piso tanto tiempo?
Hay que reducir ese sedentarismo masoquista al mínimo posible, hacer fuerza para desclavarnos del piso, cambiar, curar esa herida en el pecho como se pueda mientras sea un trabajo íntimo con uno mismo, sin extras. Mejor recibir al próximo entero. Y si alguien quiere usarnos de clavo, simplemente le decimos "yo no soy un clavo, yo soy el martillo ¡Mirá cómo te aplasto!".






Si pueden evitar los tornillos también, mejor. Si necesitan pegar algo, que sea con chicle. Se agradece la visita, vuelva pronto.



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