viernes, 20 de abril de 2012

Hasta que la tecnología nos separe.

Ya lo anticiparon incontables autores de ciencia ficción pero no quisimos escucharlos. El temido día en que las máquinas se rebelen contra los humanos ha llegado y no nos dimos cuenta. Tenemos al enemigo en cada habitación de nuestras casas, en nuestros bolsillos, en la palma de la mano.
Pero no es su culpa. Nosotros los convertimos en enemigos. Los volvimos en nuestra contra al insultarlos por arruinar nuestra ropa, por quemarse de cansancio... Por que no reciben mensajes que nunca fueron enviados, por sobre todas las cosas.

Dependemos de ellos, en las buenas y en las malas, en la sobriedad y en la ebriedad, en las risas y los llantos desesperados que nos dejan sin aliento hasta que la batería baja nos separe. Y ahora nos tienen comiendo de la palma de sus circuitos. Pasamos horas mirando esa santa pantallita, esperando un llamado, esperando un mensaje. Lo miramos con furia, lo amenazamos, le decimos palabras bonitas, le rogamos, lo apagamos y volvemos a prender esperando que haya sido un error de conexión el que nos separa del éxtasis que pueden causar menos de 140 caracteres; buscamos señal por todos los rincones de la cueva como si alguna de esas cosas fuera a cambiar el hecho de que el que está del otro lado realmente no está del otro lado.
Nos desquitamos con la tecnología por que es más fácil que decir "Bueno, basta. Este nabo no da señales de vida, no quiere saber nada. A otra cosa". Duele que pase, duele admitirlo. Así que le va a tener que doler al celular cuando lo estampemos contra la pared.
Y ya que estamos evadiendo la realidad y echándole la culpa a los teléfonos ¿De qué manera se rebelan contra nosotros?
Se rebelan permitiendo que nos contactemos con el susodicho o susodicha en momentos de debilidad. Claro, el señorito teléfono se rehúsa a recibir mis merecidos mensajes de amor durante la semana, pero decide tener perfecta señal cuando estamos llorando lágrimas con gusto a vodka y en lo único que pensamos es en escuchar esa voz para asegurarnos de que su amigo electrónico efectivamente funciona. Y si funciona ¿Por qué no llamó? ¿Por qué no mandó un mensaje? ¿Por qué tiene esa voz de sueño si sólo son las cinco y cuarto de la mañana? Lo cual solo puede terminar con la silueta del celular en la pared. Entonces compramos otro, y vuelve a nacer el amor. Hasta que pierde la señal, claro.


No pierdan la señal, sigan comentando y mandando sus historias, ideas, quejas y deliciosos etc.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario