martes, 1 de mayo de 2012

La inmasticable realidad del ser.

Rara vez en la vida uno se cruza con una novia patológica que no lleve a cabo a la cuasi-perfección su rol en la relación. Una vez el nido esté armado sabemos cuidarlo, mantenerlo a salvo, amueblarlo, asearlo, tener siempre la comida más rica en la mesa y la cama lista para ser desordenada. Así como uno sabe ser bueno como pareja, también debe aprender a dominar el arte de ser bueno como ex-pareja. Con esto me refiero a dejar al ex donde corresponde: en el pasado, lejos de uno. He aquí una historia increíble, de esas al estilo Glenn Close, que llegó a mis oídos recientemente.

Cierta muchacha conoce a cierto muchacho. Dichos jóvenes entablan relación. Dicha relación dura su debida cantidad de tiempo. Cierto muchacho sigue con su vida. Cierta muchacha sigue con la suya. Pero en otra galaxia muy muy lejos de esta realidad.
La psiquis de esta chica decidió que el dolor era demasiado grande como para entrarle en la boca, masticarlo y tragarlo, para así seguir con el proceso de digestión y eventualmente expulsarlo. Así que lo más sensato que se le ocurrió fue esquivar la realidad y seguir con una relación ficticia. ¿Cómo llevarlo a cabo? Creando una cuenta con el nombre del muchacho en cierta red social, con fotos robadas, con la cual insultar a toda mujer que tuviera algo que ver con el y dedicarse a sí misma mensajes de amor. Y como cereza del postre, por si el muchacho no se había dado cuenta hasta dónde llegaba su devoción, enviarle un mensaje a la cuenta verdadera, desde la cuenta falsa, diciendo "mirá mi amor, ahora soy vos".
Ese muchacho probablemente está teniendo pesadillas en las que la ex le saca la piel para usarla sobre la suya. Se entiende que uno no pueda controlar los sentimientos una vez que echaron raíces y nos atravesaron los ventrículos; que no los elige. Muchos desearíamos poder tener la opción de apagarlos, o al menos de decir "por este si, por este no"; a veces, el deseo de poder controlarlos es tan fuerte que nos mentimos a nosotros mismos y nos hacemos creer que no sentimos nada cuando lo sentimos todo, y solo lo admitimos cuando descarrilamos. Pero crear una realidad alternativa donde todavía nos quieren es un pasaje de ida sin escalas al loquero de mayor seguridad del mundo. Probablemente uno ubicado en un peñasco en el medio del océano.



Esta entrada está especialmente dedicada a Mushroom, que presenció la historia. Si no fuera por sus ojos, no creería que esto haya pasado de verdad. Se reciben testimonios y todo lo que se quiera contar.

4 comentarios:

  1. es muy complicado el fin de una relación. En estos días yo había dedicado una entrada a este tipo de cuestiones. Resulta que no logro entender el dolor que me causaron tantas personas, el porqué e inevitablemente me siento estúpida por haber sido tan "manipulable". Y creo que justamente esa e sal clave: aprender a diferenciar, a caer en ciertas cosas. En fin, insisto, e salgo complejo.

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    1. Si, realmente es como dicen: cada relación es un mundo. No se va a vivir de la misma manera con todos. Y el dolor es siempre distinto. Yo tampoco entiendo qué pasó la mayoría de las veces, un día te vas a casar y al otro el tipo está fuera del mapa. A veces es inmanejable. Una de mis rupturas me tomó año y medio para recuperarme, y la más reciente me costó menos de dos meses.
      Estoy de acuerdo con vos, el respeto es lo principal. El que quiera tu respeto que se lo gane. Me gusta tu actitud.

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  2. Creo que por lo general en las rupturas siempre hay una parte que dejar de querer y otra que se queda "queriendo" mas, lamentablemente en el momento en que el hilo se corta, la parte se siente abandonada traicionada, defraudada engañada en fin... y en su cabeza muchas veces se cocina el inicio de la obsesión, romperle el auto hackearle el mail, joderle la vida en fin... las personas mentalmente estables desechan estos sentimientos y con dolor siguen sus vidas adelante. Otras personas evidentemente no. Muy buena entrada. Sofy de la Rioja

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    1. ¡Gracias Sofy!
      Es como vos decís, en general uno de los dos sufre más que el otro, pero si decidimos no aferrarnos nos curamos más rápido. Es una decisión difícil igual, por que la costumbre tira, el cariño tira y si no tenés una tijera cerca para cortar el hilo, la locura te deshace todo el tejido. Con la venganza no se gana nada, pero la que no haya pensado en algún momento en romperle todos los vidrios del auto, que lance la primera piedra jaja.

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