martes, 22 de mayo de 2012

Vacaciones patológicas.

Algo que nuestras madres, terapeutas y telenovelas de bajo presupuesto se esmeran en meternos en la cabeza en sus distintas y particulares maneras, y que en nuestras propias y particulares maneras nos esmeramos en ignorar, es que el mundo desborda de gente en estado o posición emocional indeterminado, que no sabe lo que quiere o si lo que tiene es lo que realmente quiere.
Y con mucha razón: este mundo pone todo de sí mismo para volvernos locos y hacernos naufragar en la marea de desinformación y presión social, tanto que terminamos perdidos, tanteando en la neblina, buscando un puerto seguro o al menos algo de qué agarrarnos, aunque sea por un rato. Muchas de esas veces tiramos el ancla en cualquier piedra o islote mugroso que encontramos en el camino, viendo solo el frente de esta y pensando que hay mucho más por descubrir.
Lamentablemente para los novios patológicos, la mayoría de las veces lo que uno ve es lo que uno obtiene.
Dijo John Donn que ningún hombre es una isla. Estoy en desacuerdo ¿Por qué? Por que algunos humanos sí lo son: un montón de granos y mugre rejuntada que se te mete en todos lados, que se necesitan varias duchas para terminar de sacarlos del todo. Se te meten en los ojos y te hacen llorar, se te meten en los pantalones y te hacen picar, y si se te meten en la boca, te la regalo. Todo ser humano es valioso, por supuesto, todos hacen una diferencia en este mundo. Algunos son islas y algunos son tierra firme. Las islas son para vacaciones, no para tirar el ancla, por que de un momento al otro el mundo te estornuda un tsunami y chau isla, chau vacaciones, chau barco.
Todos deseamos que las vacaciones duren para siempre cuando las estamos disfrutando, pero es cierto lo que dicen los lugareños cuando escuchan a un turista expresar dicho sentimiento tan inocente: no te gustaría tanto si vivieras acá. Las pintorescas montañas se vuelven piedras frías, lejanas e inalcanzables; las coloridas puestas de sol en la playa se vuelven rutina cegadora y agobiante; las visitas esporádicas de turistas te suben los precios, haciendo tu estadía imposible, y nadie va a querer comprar leche si te sale lo mismo que la vaca entera en tierra firme.
El encanto de las vacaciones, las islas y los locos es que tienen fecha de vencimiento. Una vez que se acabó el tiempo, hay que levantar el ancla e izar las velas, si de todas maneras en el camino va a haber más. Es una gran contradicción para los novios patológicos, dada nuestra naturaleza sedentaria, pero hoy me pido a mí misma licencia sin goce de sueldo y emprendo mis vacaciones por tiempo indefinido. Y algo me dice que me las voy a conceder.



Disculpas por la inactividad, si bien me tomo vacaciones de las relaciones no puedo tomármelas de los exámenes. Hoy le doy licencia a todo el que quiera tomarlas.


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