Pasaron los meses y llegamos otra vez a ese punto del año en que la
gente hace un sopesaje de todas las experiencias vividas en los últimos 365
días. Tarea bastante chota, diría yo. ¿Cómo vamos a balancear esa cantidad de
días? ¿Cómo dictaminamos con tanta ligereza si esa masa de horas fue un éxito o
un fracaso? A ver, por ejemplo:
-Recibir cajas de chocolates de distintos hombres: éxito.
-Engordar cinco kilos: fracaso.
-Comprar un hermoso pantalón a buen precio: éxito.
-No entrar en el pantalón recientemente comprado: fracaso.
-Encontrar $50 en el pantalón dos talles más chico: éxito.
Entonces nos juntamos con nuestras respectivas familias, amigos o
muebles para comer una cantidad de comida equivalente a la totalidad de comidas
consumidas en esa antes mencionada cantidad de días (añadiendo otros cinco
kilos de más a ese sopesaje); destapamos una, dos, diez botellas y perseguimos
al corcho en el aire esperando que nos saque un ojo con tal de conseguir
marido; comemos –no, ASPIRAMOS- a máxima velocidad doce cerezas o uvas a las
doce en punto, poniendo en cada una un deseo por cada mes del año. A ver:
-Enero: trabajo.
-Febrero: salud.
-Marzo: dinero.
-Abril: un novio.
-Mayo: otro novio para sacarme el gusto del novio anterior.
-Junio: un novio mejor que los dos nabos anteriores.
-Julio: un lifting para sacarme todas las grietas de llanto que me
dejaron los tres nabos de Abril, Mayo y Junio.
-Agosto: bajar los diez kilos de más para estar linda cuando empiece
el calorcito, sin hacer dieta, ejercicio o cualquier esfuerzo.
-Septiembre: visualizar mi vida en esta realidad y no en la de Harry
Potter.
-Octubre: ¿otro novio?
-Noviembre: no pedir más novios en el próximo racimo de uvas navideño.
-Diciembre: que me caiga el corcho.
Y después de año tras año de la misma ronda de dilapidaje moral
(porque sabemos que podemos comer cien cerezas, pero los kilos no bajan solos),
vemos que nada cambia. ¿Por qué? Porque ya lo dijo Einstein: la locura es hacer
la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados. Entonces,
bajo la aprobación del Profesor Albert, tengo una propuesta para estas fiestas
y el año nuevo que vamos a comenzar: hagamos otra cosa. Deseemos otras cosas.
Visualicemos otras metas. Maniobremos nuestras vidas como merecen ser
maniobradas, llevémonos a nosotros mismos con nuestra propia fuerza y
determinación a donde queramos llegar. Ahora sí, comamos, descorchemos,
intercambiemos regalos y recibamos el año con otras expectativas, nuevas,
relucientes y positivas. ¡SALUD!
Feliz Navidad, Felíz Año Nuevo, gracias por pasar, leer, volver y
comentar. Nos leemos en el 2014, sean felices.
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