Siempre me consideré un poco psíquica, siendo mi poder saber cuándo me iba a dejar mi pareja. Al principio no quería seguir mi propio instinto y lo desestimé como paranoia (o sea, no solo dudé de mi misma, sino que además me insulté), para luego darme la ñata contra la pared del abandono. Con los años empecé a hacerle caso a mis entrañas y mejoré la técnica que en el futuro me sirvió para crear un pseudo-paracaídas que disminuya el impacto de la deserción.
Hoy quiero compartir mi pequeño pedazo de sabiduría para que todas puedan ayudarse a sí mismas en esos momentos, de ser necesario.